mucho tiempo, y con un gallardo entusiasmo, inflamado y más grande que su pobre estatura.
¿a qué se debe su grán entusiasmo? Una pregunta que se formulaban algunas personas que lo vieron pasar por la calle. A los pícaros les robó una sonrisa, a otros tantos; una pequeña dosis de indignación, pero a todos
les llamó la atención esa figura del niño andante en aquella calle.
Su andar era rápido y un poco accidentado. Sus ojos entrecerrados lucían risueños, parecían dos bocas
riendo a carcajadas con cieto orgullo. L o más seguro es que el niño no fuera lo llamativo en si; más bien el conjunto que hacía su extraña expresión y los objetos que llevaba en sus manos; eran gritos para los ojos de
tantos espectadores que con sus retinas, escuchaban la risita del pequeño al caminar.
Dos botellas de vino adornaban las manos del chiquillo ,que bailaban al compás de la caminata, por
momentos daba la impresión de que caerían al piso en cualquier momento, sus movimientos eran frenéticos
y sin control, las botellas danzaban con el andar apresurado de su protector.
Afortunadamente eso no ocurrió en el camino.
En medio de la caminata, una mujer queda pasmada por lo que está observando; ve al niño desde adentro de
su lugar de trabajo, la mujer ,con natural impulso saliño unos momentos a la calle a observar en qué dirección caminaba el niño.Despues de tallarse los ojos con incredulidad vió solamente que llegó al cruce de la calle.
La sonrisa del niño de las botellas aumentó al ver a esas tres niñas; conociá a una de ellas en la escuela primaria, pero no cruzaron palabra alguna, mas que una cortes sonrisa con caracter de un "buenos días"
como aquel caballero que se quita el sombrero para saludara una dama , el chico se limitó a asentar su cabeza y reírse con naturalidad, olvidándose de la timidez que lo caracterizaba.
Ante ese gesto, las otras dos niñas emepzaron a murmurar entre ellas ,cuidando que nadie las escuchase ,para,unas instantes despues ,como si nada, seguir con la caminata. apresurando el paso para alcanzar a su amiga, la niña que conocia al muchachito.
los chicos que se conocían mutuamente, se lanzaban miradas furtivas una y otra vez, iniciando una conversación muda.
Los ojos del muchachito hablaban de gallardía y caballerosidad, pero tambien de una gran confianza y de aquel sentimiento de salirse con la suya despues de una gran travesura. Pero la mirada de la niña era curiosa, con el seño runcido, como observando al más extraño y desconocido de los animales.
Sin saber que decir ni como actuar , la chiquilla prefirió voltear y seguir su camino como si nada hubiera pasado. El niño de igual forma se concentró en seguir su camino y llevar las botellas a su final destino.
Un contraste irrepetible se contemplaba en esa calle donde el niño paseaba ,una atmosfera gris y triste se sentía en aquel lugar donde la gente era poca ,tediosa e indiferente de los acontecimientos alrededor,ahí estaba el chico de las botellas con ese andar apresurado ,haciendo tambalear aquellos dos intrigantes objetos;
parecía como si un bailarín danzara con maestría en medio de dos mujeres que robaban la atención de todo aquel que cruzara su mirada con ellas. Era el único personaje de colores en esa escena.
Ese día ,eran apenas las 2 de la tarde y ya había causado muchas preguntas sin respuesta,
confusiones, risas y simpatía a las personas que lo vieron pasar.
Ajeno a los sentimientos que desperto en todos aquello que lo observaron ,el chico seguía sumergido en sus pensamientos, sin explicarse el porque las dos pulidas amigas que trae en las manos son llamativas.
El ignora que chicas como ellas hacen feliz a hombres y mujeres por igual.Tambien lo hacían feliz a el , pero de una forma desconocida .El sabía el valor de aquellos objetos que cuidaba ,y ser cargo de su seguridad ,de alguna forma aumentaba su importancia ante los demás.
Y la caminata sigui´sin contratiempos, nadie supo hacia donde se dirigía, ni porque llevaba esas botellas.
Nadie supo si el chico sabía que,clase de felicidad daba lo que estaba en el interior de aquel par de envases; preguntas que ;probablemente pudieran tener respuestas incómodas, aun así , el beneficio de la duda permitió disfrutar de o curioso que fué ver a ese chico tan confiado.
Henri Cartier Breson "el niño de las botellas" paris 1954 |